II (2009-2010)

En el 2010 propuse elegir una razón para tener una pintura realizada por mí durante el tiempo de las donaciones del 2008. Esta vez, eliminé la instancia de exhibición, y sólo di “pistas” a los solicitantes, quienes tuvieron que responder, precisamente: ¿Por qué querés tener una pintura que no viste?.

Las “pistas” dadas fueron tres pinturas anteriores y tres pinturas posteriores a las dos obras que me proponía donar. La cantidad de textos recibidos me llevó a terminar decidiéndome por donar dos obras más y los textos-respuesta enviados por quienes resultaron los Beneficiados de la Donación, podés chequearlos haciendo click sobre sus nombres: 

























¿Podés querer tener una pintura que no viste?

Supongamos que uno es coherente y las pinturas que realiza se relacionan entre sí., ¿son pistas de su posible apariencia la serie que las contiene como pinturas producidas en un momento determinado?
Para mi un problema constante: ¿Cómo conservar el propio trabajo?, ¿conservar mi propio trabajo?

Si son los discursos que rodean a la obra los que en definitiva completan y continúan la existencia de la misma, ¿Por qué no cambiar pinturas por palabras?
¿Es incuestionable el deseo de querer tener una pintura?
¿Dónde está el deseo?, ¿Cuál es la importancia de la imagen en sí?

Tengo dos pinturas que quiero donarte, ellas necesitan:

1. un espacio donde ser colgadas, sus medidas son A) 200 x 220 cm, y B) 300 x 120 cm.
2. un pacto de cuidado
3. palabras

si te gustaría recibir una de las pinturas, mandame un mail a josefinazuain@yahoo.com.ar, respondiendo a la siguiente pregunta:


¿Por qué querés tener una pintura que no viste?



Símbolos a cambio de palabras.


Por Lucía Acosta, Buenos Aires, febrero de 2010.

¿Cuándo comienza una pintura a vivir su vida? Una vez que está finalizada. Es decir, cuando el proceso constructivo por parte del artista ha llegado a su fin. Inciertos destinos se le presentan -al menos como posibilidad- a la obra concluida.

Las pinturas que Josefina Zuain ofrece en un acto de donación, tienen meses de vida y están a punto de independizarse de su progenitora, pero acaso sólo materialmente, en su existencia reica. Por qué? Porque hay una dimensión simbólica -insoslayable dado que el arte es, ante todo, una producción simbólica- a la cual la artista misma apela cuando nos ofrece un símbolo a cambio de palabras.

Recordemos que símbolo (symbolon) viene de symballein, juntar, reunir, refiriendo a aquella copa o tablilla -la tessera de hospitalidad- q se rompía y se repartía entre dos personas que iban a separarse, con la finalidad de reconocerse en un posible reencuentro juntando los fragmentos que cada uno conservaba.

Por qué un símbolo a cambio de palabras? Acaso porque una vez que se encuentren la obra y su contemplador, la actividad contemplativa sólo será posible gracias a la existencia siempre virtual de un tercero simbolizante que permita la relación entre la imagen y su contemplador. Así, las palabras vienen a llenar parte de ese vacío de (un fragmento de) sentido siempre presente, pero siempre fugitivo -q por su condición esquiva asegura la pervivencia de nuestra capacidad de simbolizar.

Dijimos que, a partir del acto de donación estas pinturas se independizarán de su entorno de gestación sólo materialmente, es decir de un modo parcial (la obra no se define únicamente desde su materialidad). De este modo, el espacio que antes ocupaba la obra, pasa a albergar a esas palabras, a esa producción discursiva que no es otra cosa que un otro virtual , simbólico, de la obra. Efectivamente, a modo de aquella tessera de hospitalidad, Zuain entrega una obra, pero quien la recibe hace entrega de “palabras” -un texto escrito, por si soplara el viento...-. Y entonces ya no es posible pensar en la dupla dicotómica creador-obra u obra-contemplador, porque tanto en el creador como en el receptor se ha suscitado una transformación: a partir del con-trato de donación, ambos devienen productores/creadores y receptores/contempladores. Mientras tanto, la obra, como en un rito iniciático, adquiere su mayoría de edad recibiendo (a cambio de una pérdida, de un corte) su arrojo hacia un nuevo modo de manifestarse, conquistando una multiplicidad de virtualidades posibles. 
Invirtiendo la pregunta inicial (acerca de la emancipación de la obra) nos podríamos preguntar ahora por la libertad o independencia de la creadora respecto de su obra: ¿se independiza efectivamente Zuain de la conservación de su propia creatura? Y podríamos sospechar como respuesta: Nunca del todo: independencia no implica amnesia y amnesia es y será algo imposible mientras que continuemos simbolizando.

Cuando se concretice esta 2da edición de Mis Donaciones, las pinturas de Josefina Zuain comenzarán a vivir una nueva vida, pero acaso no sólo ellas: esta experiencia nos abarcará, como potenciales tutores de las obras, o bien como testigos de un ejercicio tan original como apasionante.






"LAs Pistas"